La actividad de las regiones 4296, 4294 y 4298 encaja con un cuadro de alta actividad de fulguraciones M y al menos una X a comienzos de diciembre, con capacidad de generar apagones de radio diurnos y varias eyecciones de masa coronal (EMC) responsables de las tormentas del 9–11 de diciembre.
Observatorio de Tafuriaste
12 de diciembre de 2025
Complejo 4294–4296–4298: foco de fulguraciones M/X y EMC geoefectivas a principios de diciembre de 2025.
9 de diciembre de 2025
Silencio bajo el gigante: así se comportó el complejo de manchas solares 4294–4296 en diciembre de 2025
El complejo de manchas solares 4294-4296, uno de los más grandes del año 2025 ha mostrado un comportamiento mayormente quiescente en los últimos días pese a su configuración magnética beta-gamma-delta, que alberga potencial para llamaradas X-clase. En el video de Tamitha Skov del 5 de diciembre, se describe como un grupo extendido junto a 4298 que se ha dispersado sin erupciones mayores, aunque filamentos conectores entre ellos generan preocupación por posibles eyecciones de masa coronal (CME) densas si se activan.
Fuentes web confirman esta quietud relativa: en los días 7-8 de diciembre destaca que la "monstruosa" 4294-4296 permanece "en silencio" mientras otras regiones como 4299 (M8.1 con CME Tierra-dirigida) y 4298 (X1 el 8 de diciembre) dominan la actividad, sin contribuciones significativas de CME desde este complejo. Reportes indican que, aunque el complejo liberó algo de energía en explosiones menores en 4298 (la más pequeña del grupo), no ha producido flares potentes ni CME geoeffectivas recientes, priorizando la vigilancia por su tamaño comparable al del evento Carrington.
5 de diciembre de 2025
La llanura partida en dos (Schickard bicolor)
La imagen captura el sector suroccidental lunar donde se encadena el trío Schickard–Wargentin–Phocylides, corresponde a una Luna muy avanzada en la lunación (alrededor de 12,7 días), con iluminación superior al 90% de sombras muy sutiles pero resaltan diferencias de albedo y relieve amplio en esta zona. Durante este tramo, la libración favorece ligeramente el borde occidental, lo que acentúa la perspectiva rasante sobre el suroeste del disco, con la Luna en altura cómoda y un diámetro aparente cercano a 33,7', la observación se centra menos en sombras largas y más en texturas de suelo y crestas internas.
Las criptomareas son depósitos de lava basáltica en la Luna que aparecen visualmente como llanuras claras o de albedo alto, similares a las tierras altas, pero que espectroscópicamente revelan una composición rica en hierro y titanio típica de los mares oscuros clásicos.
En la zona Schickard–Wargentin–Phocylides, la criptomarea Schiller–Schickard ejemplifica esto: el vasto piso de Schickard muestra parches oscuros y claros, donde las manchas basálticas más recientes contrastan con áreas más antiguas cubiertas por eyección Imbriana, creando un suelo bicolor que invita a analizar cómo las coladas volcánicas Nectarianas se infiltran en cuencas pre-nectáricas sin formar un mar uniforme. Wargentin (el cráter al revés) añade complejidad con su meseta elevada por lavas hasta el nivel de las paredes, un caso límite donde el relleno criptomárico genera crestas de compresión visibles como "pata de pájaro", destacando procesos tectónicos post-volcánicos en entornos no marinos
30 de noviembre de 2025
Observación desde Marte y Tierra de la Colosal Mancha Solar 4294
La mancha solar 4294 acaba de emerger por el extremo sureste del Sol este 30 de noviembre. Antes de su aparición visible, ya se detectó actividad significativa: los coronógrafos de SOHO registraron una erupción en chorro el 27 de noviembre y una llamarada solar de clase M6 el 28 de noviembre de 2025. Se puede destacar que esta mancha presenta una intensa actividad magnética, característica típica de estas regiones solares activas, que implica perturbaciones en el campo magnético del Sol y liberación de energía en forma de erupciones y fulguraciones.
Erupción en chorro del 27 de noviembre captada por los coronógrafos a bordo del Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO)
10 de noviembre de 2025
Mare Crisium y el Mito del Puente de O'Neill: Pareidolia y Geología en el Borde Lunar
Durante la Luna Menguante el relieve lunar se destaca por la acentuación de sombras y contrastes en la zona del terminador.En la imagen analizada, la prominencia del Mare Crisium es notable: se observa como una amplia planicie de tonos oscuros con bordes abruptos, delimitada por paredes montañosas y acompañada de otras formaciones relevantes de la región noreste lunar.
La topografía que bordea el mare proyecta largas sombras y permite apreciar detalles de la elevación de sus paredes.
Dorsas (wrinkle ridges): Alrededor y dentro de Mare Crisium pueden observarse suaves crestas onduladas, resultado de la contracción y plegamiento de la corteza tras la solidificación de los basaltos, visibles por el juego de luces y sombras en esta fase iluminada lateralmente, como la Dorsa Oppel.Se formó debido a la acumulación de lava basaltica que inundó la cuenca de Mare Crisium tras el impacto que creó el mar. Cuando la lava se enfrió, la contracción térmica y la presión gravitatoria causaron la compresión de la superficie, provocando plegamientos y fallas que emergen como crestas arrugadas. Presenta una morfología sinuosa y baja, extendiéndose a lo largo de decenas a cientos de kilómetros y alcanzando alturas generalmente entre 100 y 300 metros sobre la superficie del mare.
El borde montañoso occidental del Mare Crisium se extienden conforme el Sol baja en el horizonte menos en las proximidades del cráter fantasma Yerkes, de paredes casi invisibles salvo en estas condiciones de iluminación.
La pareidolia conocida como el "Puente de O'Neill" es una ilusión óptica que se observa en la región del Mare Crisium, específicamente entre dos pequeñas cordilleras paralelas llamadas Promontorium Olivium (oeste) y Promontorium Lavinium (este), situadas cerca del cráter Proclus P. Esta formación fue notada por primera vez en 1953 por el aficionado John O'Neill.
Un artículo de Patrick Moore publicado el 30 de junio de 1954 en VEGA (una revista editada por el aficionado británico Richard Baum) relata con más detalle las observaciones previas de Wilkins. El propio Moore fue incapaz de observar nada que pudiera atribuirse inequívocamente a un puente.











