26 de diciembre de 2025

Geología extrema en las tierras altas del sur lunar: Heraclitus, Maurolycus y Stöfler bajo la luz del primer cuarto

 La imagen corresponde a una fase lunar de 6,83 días, cuando la Luna se aproxima al primer cuarto y la iluminación alcanza el 40,5 %. En esta etapa, el terminador matutino atraviesa las accidentadas tierras altas del sur, una de las zonas más antiguas y densamente craterizadas de la superficie lunar. La colongitud de 355,6º sitúa la línea del amanecer lunar cerca del meridiano central, con la luz del Sol incidiendo en ángulo casi rasante desde el este y revelando con notable relieve los muros y crestas de cráteres como Heraclitus, Licetus, Maurolycus y Stöfler.

La ligera libración occidental (−7°25') y meridional (−1°16') inclina el disco hacia el suroeste, favoreciendo una perspectiva oblicua sobre esta región y acentuando las sombras en el relieve. Bajo un Sol apenas emergente —a tan solo 1,4° al sur del ecuador lunar— los matices de luz y sombra destacan la gran antigüedad geológica de este sector, donde cada muralla, fractura o valle es testimonio de los primeros episodios de impacto en la historia de la Luna.

Entre los múltiples cráteres que cubren las tierras altas del sur, el complejo formado por Heraclitus y Licetus llama la atención por su apariencia poco habitual. A diferencia de los cráteres típicos, de contornos circulares bien definidos, Heraclitus presenta una forma alargada y fragmentada, resultado de la superposición de varios impactos antiguos que acabaron fusionándose en una estructura única. Su interior está atravesado por una cresta central triple, visible con iluminación rasante, que divide el suelo en varios compartimentos irregulares.

El relieve de esta zona alcanza su máxima expresión en el cráter Maurolycus, una de las formaciones más imponentes y antiguas de la Luna. Su muralla interior, de contornos rotos y escalonados, se eleva varios kilómetros sobre un suelo repleto de cráteres secundarios y microimpactos, un paisaje tan saturado de colisiones que parece haber resistido intacto desde los orígenes mismos de la corteza lunar. Con un diámetro superior a 110 km, Maurolycus constituye un auténtico “fósil geológico”, testigo de las primeras etapas de la historia lunar, moldeado a lo largo de casi cuatro mil millones de años.

Al norte, su contrapunto es Stöfler, un cráter más amplio y suavizado, de perfil circular y fondo parcialmente rellenado por material eyectado de impactos posteriores. Mientras Maurolycus conserva su relieve montañoso, de apariencia casi caótica, Stöfler ofrece un aspecto más sereno y desgastado, con el suelo cubierto de depósitos brillantes que lo enlazan con la cercana cuenca de Tycho. En conjunto, ambos forman un dueto de contrastes geológicos: la violencia abrupta del primero frente al aplanamiento progresivo del segundo.

La iluminación oblicua de esta fase revela con especial claridad las diferencias: los altos muros orientales de Maurolycus proyectan sombras agudas, mientras que sobre Stöfler predomina un tono más uniforme. Esta combinación permite al observador apreciar, en un mismo campo visual, dos edades distintas del relieve lunar, y entender cómo los procesos de impacto, erosión y relleno han ido transformando la superficie primitiva de la Luna hasta convertirla en el mosaico de cráteres que hoy admiramos.

14 de diciembre de 2025

 La imagen muestra una zona muy característica del cuadrante noroeste de la Luna, captada con una edad de 12,72 días, es decir, poco después del cuarto creciente y acercándose ya a la Luna gibosa casi llena.La región fotografiada se extiende aproximadamente desde el sistema de cráteres Aristarchus–Herodotus, en el borde de Oceanus Procellarum, hasta el Promontorium Laplace que cierra por el noroeste el Sinus Iridum.



Entre Marius y el sistema Herodotus–Aristarchus se extiende una zona de mare muy interesante dominada por dorsas y estructuras volcánicas sobre el Oceanus Procellarum, que actúan como transición entre el complejo volcánico de Marius Hills y el Plateau de Aristarchus.

La mayoría de los accidentes geográficos interesantes se encuentran en la meseta de Aristarco, una meseta que sobresale del mar circundante (Oceanus Procellarum) y de la que se originaron numerosos riachuelos, incluyendo el impresionante Vallis Schröteri con su Cabeza de Cobra, ya casi sumida en la oscuridad.

El cráter Prinz es el remanente muy modificado de un cráter de impacto del Imbriense, parcialmente cubierto por lavas basálticas posteriores, intensos episodios de vulcanismo en la región Prinz–Harbinger emitieron grandes volúmenes de basaltos ricos en hierro y titanio que inundaron la cuenca del cráter, dando lugar a un escudo volcánico y a extensos flujos que ocultaron casi por completo su estructura original.

Harpalus es un cráter de unos 39 km de diámetro situado en el borde oriental de Sinus Roris, sobre el Mare Frigoris, y se considera geológicamente joven por sus paredes escarpadas.En el interior de Sinus Roris se reconocen dorsas de arruga y sistemas de crestas en “en echelon” que representan deformaciones compresivas jóvenes sobre la superficie del mare, esas dorsas se ven como ondulaciones muy suaves que conectan visualmente Sinus Roris con el entorno de Mons Rümker y el límite con Oceanus Procellarum, añadiendo textura y profundidad a la escena.


12 de diciembre de 2025

Complejo 4294–4296–4298: foco de fulguraciones M/X y EMC geoefectivas a principios de diciembre de 2025.

 La actividad de las regiones 4296, 4294 y 4298 encaja con un cuadro de alta actividad de fulguraciones M y al menos una X a comienzos de diciembre, con capacidad de generar apagones de radio diurnos y varias eyecciones de masa coronal (EMC) responsables de las tormentas del 9–11 de diciembre.


En conjunto, 4294, 4296 y 4298 han marcado una fase de máxima del ciclo extremadamente activa, combinando un complejo de manchas gigante con campos muy retorcidos, fulguraciones frecuentes de clase M y al menos una X, y varias EMC capaces de producir tormentas G1–G2 y condiciones de propagación HF muy ruidosas para radioaficionados y servicios en HF


9 de diciembre de 2025

Silencio bajo el gigante: así se comportó el complejo de manchas solares 4294–4296 en diciembre de 2025

 El complejo de manchas solares 4294-4296, uno de los más grandes del año 2025 ha mostrado un comportamiento mayormente quiescente en los últimos días pese a su configuración magnética beta-gamma-delta, que alberga potencial para llamaradas X-clase. En el video de Tamitha Skov del 5 de diciembre, se describe como un grupo extendido junto a 4298 que se ha dispersado sin erupciones mayores, aunque filamentos conectores entre ellos generan preocupación por posibles eyecciones de masa coronal (CME) densas si se activan.


Fuentes web confirman esta quietud relativa: en los días 7-8 de diciembre destaca que la "monstruosa" 4294-4296 permanece "en silencio" mientras otras regiones como 4299 (M8.1 con CME Tierra-dirigida) y 4298 (X1 el 8 de diciembre) dominan la actividad, sin contribuciones significativas de CME desde este complejo. Reportes indican que, aunque el complejo liberó algo de energía en explosiones menores en 4298 (la más pequeña del grupo), no ha producido flares potentes ni CME geoeffectivas recientes, priorizando la vigilancia por su tamaño comparable al del evento Carrington.



5 de diciembre de 2025

La llanura partida en dos (Schickard bicolor)

 La imagen captura el sector suroccidental lunar donde se encadena el trío Schickard–Wargentin–Phocylides, corresponde a una Luna muy avanzada en la lunación (alrededor de 12,7 días), con iluminación superior al 90% de sombras muy sutiles pero resaltan diferencias de albedo y relieve amplio en esta zona. Durante este tramo, la libración favorece ligeramente el borde occidental, lo que acentúa la perspectiva rasante sobre el suroeste del disco, con la Luna en altura cómoda y un diámetro aparente cercano a 33,7', la observación se centra menos en sombras largas y más en texturas de suelo y crestas internas.


Las criptomareas son depósitos de lava basáltica en la Luna que aparecen visualmente como llanuras claras o de albedo alto, similares a las tierras altas, pero que espectroscópicamente revelan una composición rica en hierro y titanio típica de los mares oscuros clásicos. 

En la zona Schickard–Wargentin–Phocylides, la criptomarea Schiller–Schickard ejemplifica esto: el vasto piso de Schickard muestra parches oscuros y claros, donde las manchas basálticas más recientes contrastan con áreas más antiguas cubiertas por eyección Imbriana, creando un suelo bicolor que invita a analizar cómo las coladas volcánicas Nectarianas se infiltran en cuencas pre-nectáricas sin formar un mar uniforme. Wargentin (el cráter al revés) añade complejidad con su meseta elevada por lavas hasta el nivel de las paredes, un caso límite donde el relleno criptomárico genera crestas de compresión visibles como "pata de pájaro", destacando procesos tectónicos post-volcánicos en entornos no marinos